Enciende la chispa en tu corazón

Después de leer los libros del Dr. Michael Newton, en los que explica exhaustivamente los resultados de sus investigaciones sobre la vida entre vidas ( El Viaje de las Almas, Destino de las Almas, La Vida entre Vidas, Memorias del Alma), es fácil pensar que tal vez nada de lo que inventamos o creamos, o creemos inventar o crear, en esta vida, en este mundo, es en realidad invención o creación nuestra, sino un reflejo, desde el olvido con el que entramos en esta vida y este mundo, de lo que somos, hacemos, creamos, en el mundo espiritual del que venimos y al que volvemos al final de cada encarnación. Me ocurre con algunas de las cosas que más me impactan de esta canción y este video, que me emocionan muy profundamente, y siento con ellas una mezcla de inmensa alegría y de melancolía, casi como si sintiera que, aunque sea por unos minutos, recupero algo que perdí hace mucho, mucho tiempo.

Cuando vi este video por primera vez, durante la profunda crisis que viví hace unos años, todavía no sabía nada del Dr. Newton. Cada vez que escucho la canción viendo el video al mismo tiempo me emociona como esa primera vez, como si no lo hubiera visto nunca antes. Hoy también, hace apenas diez minutos, antes de empezar a escribir esto.

¡Qué difícil puede ser a veces oír nuestra voz interior, esa que viene de nuestro Ser, o a través de él, atravesando todas las capas de la carcasa de nuestro ego, llegando a nuestra conciencia por el corazón, nunca por la mente! Esa voz nos ama, porque es amor, porque somos amor, y nos muestra precisamente eso. Y nos lo muestra desde el amor a nosotros mismos primero, que podemos olvidar con facilidad abrumados por el desconcierto que caracteriza esta vida en este mundo.

Somos amor y, cuando vivimos desconectados de él, vivimos con miedo, o incluso en el miedo. El camino de vuelta al amor no empieza por la entrega amorosa a los demás, sino por volver a amarnos a nosotros mismos primero. Incondicionalmente, sin reservas, sin excepciones, sin ningún 'pero', aceptándonos plenamente. Ahí está el camino de vuelta a la luz que todos tenemos dentro, que todos somos. Cuando volvemos a esa luz, cuando se enciende de nuevo esa chispa, somos capaces de todo, especialmente de todo aquello que, hasta ese momento, nos parecía imposible, o nos daba vértigo, o evitábamos, o escondíamos, o nos avergonzaba como resultado de otras voces internas nuestras, egoicas y menos amorosas. La luz en nuestro interior a la que volvemos, la chispa que se enciende en nuestro pecho, alimenta una fuerza amorosa que emanamos desde nuestro corazón, que se extiende mucho más allá de nosotros, que se contagia.

Hay muchas cosas que somos capaces de llegar a decirnos a nosotros mismos desde el miedo, desde esa soledad oscura y fría en la que vivimos cuando estamos desconectados de nuestro corazón, de nuestra alma, de nuestro Ser, de la Fuente: "no sirvo", "no me quieren", "no sé hacerlo", "siempre me pasa lo mismo", "no me gusta mi cuerpo", "no soy capaz", "me da miedo", "no me lo merezco", "no me aceptarán", "no puedo hacer nada", "si soy buena y servicial, me querrá", "si soy bueno y servicial, me querrá", "qué dirán de mí", "yo valgo muy poco", "lo mío no tiene importancia", "soy raro", "no puedo estar sola", "me da pánico estar solo", "no soy nadie para", "es el castigo que me merezco"..... Aunque nos pueda llegar a parecer que son muy reales, por tener muy interiorizados algunos de estos mensajes, u otros semejantes, hasta el punto de que ya nos llegan como si tuvieran nuestra voz, ninguno de ellos realmente existe. Están todos en nuestra cabeza, y son invenciones nuestras. Y, desde luego, no somos lo que dicen, no somos eso, porque no somos lo que pensamos, ni somos tampoco lo que inyectamos en nuestro cuerpo emocional desde nuestra mente desconectada.

Cuando nos damos cuenta de ello, se enciende la chispa. Cuando se enciende la chispa, empezamos a recordar y saber, desde el corazón, donde está nuestra verdad. Cuando empezamos a recordar y saber desde el corazón, volvemos a nuestra luz y sentimos la fuerza amorosa que tenemos dentro, que somos, que está ahí para ofrecérnosla a nosotros mismos, y para compartirla con los demás.

Y para celebrarla.







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